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Año XXIII, Número 41, enero 2023
Depósito Legal M-34.164-2001
ISSN 1695-6214
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cristianos para sacarles el corazón para hacer ceremonias rituales, que
profanaban la hostia sagrada, que envenenaban pozos para matar a los
cristianos, que eran traidores, que eran usureros, etc), el deseo de venganza,
la violencia física, con la consecuencia de muerte y destrucción. Ejemplo de
ello lo podemos observar en las primeras cruzadas (1096, 1146 y 1189),
cuando, incitados por monjes fanáticos, las turbas fueron convirtiendo en un
mar de sangre judía, de franceses y alemanes, el camino que les conducía a
Tierra Santa, a quienes se acusaba de coadyuvar con los musulmanes y
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conspirar con otros pueblos enemigos de la cristiandad , o en los pogromos
de principios del siglo XIV en Francia o de 1391 en Hispania. Será, con
motivo del fanatismo creado por las Cruzadas, cuando se propague la idea de
que los judíos realizaban crímenes rituales con la sangre de niños a los que
crucificaban, con el fin de herir a los cristianos, así como otras muchas
acusaciones sin fundamento, que acabamos de señalar.
Estos brotes de violencia eran esporádicos, no premeditados ni
institucionalizados. Pero existía otro tipo de violencia antijudía: la mantenida
por la Iglesia católica con la colaboración de la autoridad estatal. Ambas
instituciones unían sus intereses: preservar su dominio y mantener el control
de la población. Entonces se establecían tribunales especiales y se dictaban
leyes injustas que constreñían la vida de una minoría de la población e
infringían la ley natural, rompían la convivencia y excitaban las delaciones, en
muchos casos con intenciones espurias. En un principio se establecían
ordenanzas discriminatorias: los judíos tenían que residir en barrios aislados
de los cristianos, evitando la convivencia entre ambas comunidades; eran
obligados a portar en sus vestimentas un distintivo que les identificase; se les
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SUÁREZ BILBAO, Fernando. 1096: Los orígenes del antisemitismo en Europa,
Madrid, 2013, expone que los comportamientos que tuvieron lugar en los primeros meses de
1096 perdurarían en los siglos posteriores. No se trataba, a partir de entonces, de convertir al
judío sino, en buena parte, de «aniquilarlo». Es decir, se procedió asemejándose más a la
idea de odio al judío, no por su religión sino por su raza.
Historia Digital, XXIII, 41, (2023). ISSN 1695-6214 © A. Santos, 2023 P á g i n a | 15