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Año XXIII, Número 41, enero 2023
           Depósito Legal M-34.164-2001

                 ISSN 1695-6214
                                                              Historia Digital colabora con la Fundación ARTHIS



                    manos de la Iglesia, a la vez que amenazaba con la condena eterna a todos
                    los que se opusieran a este derecho.


                           A finales del siglo X, el emperador Otón I el Grande logró imponer el

                    poder imperial sobre el papal, destituyendo al papa Juan XII y obligando a su

                    sucesor León VIII a jurarle obediencia. Siguió un período de fluctuaciones con
                    fases  de  imposición  de  unos  sobre  otros  hasta  que  fue  nombrado  papa  el

                    cardenal  Hildebrando  en  1073,  que  tomó  el  nombre  de  Gregorio  VII,  quien
                    abrazó  como  propósito,  al  que  consagró  todos  sus  afanes,  emancipar  al

                    poder eclesiástico  de toda tutela temporal, con  el objetivo final de  instaurar

                    una teocracia en la que el Papa sería el jefe supremo gobernante del mundo,
                    así en lo temporal como en lo religioso. Entre sus actuaciones destacan:


                         A)  Implantó un nuevo procedimiento para la elección de los pontífices,

                             según  el  cual  sólo  podían  ser  elegidos  por  los  cardenales,  sin
                             intervención, como hasta el momento, del clero y pueblo romanos.


                         B)  Estableció el celibato entre los sacerdotes



                         C)  Privó  a  los  príncipes  del  derecho  de  investidura,  es  decir,  de  la
                             prerrogativa  que  consistía  en  conferir  el  título  de  sus  cargos  y

                             dignidades al alto clero (obispos y abades) en sus dominios.


                           Este  último  decreto,  promulgado  en  1075,  fue  el  causante  del
                    enfrentamiento entre el emperador Enrique IV y Gregorio VII. Aquel, hizo caso

                    omiso de dicho decreto y siguió otorgando investiduras, además de proteger

                    a diferentes obispos alemanes destituidos por Gregorio VII. Ante esta actitud,
                    fue requerido a comparecer ante un concilio en Roma. A su vez, el emperador

                    reunió otro concilio en Worms, constituido por clérigos adictos o sometidos a
                    su autoridad, en el cual se destituyó al pontífice, a lo que este respondió con

                    la excomunión de Enrique y el relevo del juramento de fidelidad por parte de

                    sus  súbditos.  Enrique  IV,  cercado  por  todas  partes,  temeroso  de  perder  la





                             Historia Digital, XXIII, 41, (2023). ISSN 1695-6214 © Ángel Santos, 2023                   P á g i n a  | 213
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